Florinda... La Cava de Toledo...


Despedida en el torreón del Baño de la Cava...
"En aquel torreón solitario, preparamos nuestra despedida con el público. La actriz que hará Florinda, invadida por el miedo de caer al rió; el actor que hará el ermitaño, envuelto en la prisa de buscar algunos arbustos para encender una pequeña hoguera, mientras yo, muy triste ya, me despedía de la noche que nos juntó bajo la luna una vez mas con los personajes eternos que hemos encarnado en aquellas callejuelas".


La leyenda...

Nadie sabe cómo murió Florinda, la hija del conde D. Julián, tras el hundimiento del imperio godo en el Guadalete; nadie supo la verdadera historia de amor que unió a esa hermosa mujer con el último rey toledano, Don Rodrigo, a quien siguen las crónicas castigando como culpable de la entrada de los árabes a España.

Pero este torreón solitario, cerca del puente de San Martín, sigue guardando el aspecto triste y nostálgico de aquellos sucesos que llevaron a Florinda la Cava a sumergirse para siempre en las aguas del río.

Don Julián, el gobernador de Ceuta, con su hija Florinda habitaban Toledo invitados por El Rey Rodrigo.

Ésta bellísima mujer acudía todos los días a la caída del sol a bañarse en las aguas del Tajo mientras Don Rodrigo contemplaba su cuerpo virginal desde las murallas de su Al Cazaba, desaparecida hoy de la parte de arriba del actual puente San Martín.

El deseo del monarca se vio cumplido a los pocos días cuando Florinda acepto unirse a sus brazos.

La felicidad embargaba la pareja, pero alguien se encargó de comunicar a Don Julián la deshonra de su hija en las manos del monarca.  

- Mi señor don Julián, traigo una noticia aterradora para vos – le comenta al gobernador ceutí un fiel suyo, y añade – Vuestra hija Florinda está siendo observada mientras se baña en el río por alguien de vuestra confianza.  

- ¿Quién es ese desgraciado que se atreve con ese semejante hecho? – le pregunta el gobernador furioso. 

- El mismísimo rey, mi señor – le responde el sirviente.

- ¿Don Rodrigo?, ¡ no puedo creerlo !..., he de averiguarlo yo mismo y, si es cierto, mi venganza será terrible. 

El gobernador de Ceuta montó en cólera y decidió vengar su honor ayudando a los musulmanes a entrar a la península. Y, efectivamente, los árabes poco después derrotaron a rey Rodrigo en Guadalete.  

Los hechos son estos pero ¿qué fue de los personajes de esta historia?.

Don Rodrigo, después de sufrir una depresión terrible, murió transformado en ermitaño; Don Julián y sus aliados fueron muertos por los mismos árabes, y Florinda, la bella Florinda, loca de dolor y de vergüenza, vino a terminar sus días en este mismo torreón, mudo testigo de estos hechos.  

Poco tiempo después de esto, los habitantes de esta zona junto a la Puerta del Cambrón y a San Juan de los Reyes, comentaban con terror la aparición de una mujer loca y desmelenada que recorría la orilla del río, gritando a veces y murmurando palabras sin sentido. Muchos intentaron pedirle explicación pero ella huía, sin que nadie pudiera seguirla.

¿Era la bella Florinda?. ¿Era un espectro, o un ser humano?. ¿Era real esta mujer o sólo fruto de la imaginación?. Preguntas que dieron muchas leyendas. Pero aquella mujer no quería ver a nadie, sólo parecía querer vivir en la sombra hasta que desapareció y nadie volvió a verla.  

Años después, un hecho extraño vuelve a revivir estos acontecimientos.

En pie sobre el torreón, cuando la tempestad envolvía la ciudad, aparecía una figura sin vida, con el cabello suelto al aire, volviendo su triste mirada a todas partes.

Algunos fieles acudieron al valle, para buscar remedio para ese mal, a un viejo ermitaño, que se acercó una noche a este lugar y al que, tras muchas oraciones, se le apareció la figura que le describieron los testigos.

- En nombre de Dios, el misericordioso y todopoderoso, ¿quién eres, alma en pena y qué buscas cada noche en estos parajes? -le manifestó el ermitaño a la figura, mientras procedía a realizar su rito.

De repente, la mujer se llenó de vida aquella noche y le dijo con una voz agonizada:  

- “Yo soy Florinda la maldita, Florinda la Cava, la hija impura del conde D. Julián. Cuando supe que España era, por mi crimen, esclava de los hijos de Mahoma, una voz interior se alzó en lo más profundo de mi alma, mandándome venir, sin tregua ni descanso, a este lugar de mis culpas, a buscar mi honor perdido en el Tajo. Perdí la razón, pero no lo bastante para dejar de oír esta voz acusadora; mi vergüenza y mi dolor me mataron; aquí, en este sitio, testigo de mis torpes placeres, yace insepulto mi cuerpo; mi alma aparece todas las noches, en penitencia para llorar eternamente mi falta; y evocada por mi llanto, el alma de Rodrigo baja también a llorar la suya a las rotas almenas de su palacio. Bendice en nombre del altísimo este lugar maldito, y mi alma no volverá a aparecer en ellos.”  

Tras un instante, la sombra desapareció en medio de los humos de incienso que habían envuelto el lugar.

El ermitaño bendijo el lugar en nombre de Dios, rezó por las dos almas, y desde aquel día no volvió a verse en Toledo la sombra de Florinda.  

Nouaman Aouraghe - "HUELLAS, Viaje por el Toledo de las leyendas"
2º edición – Toledo 2004 – Ediciones Nedjma - Derechos Creative Commons (CC-BY) - Citando al autor.



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