Fanatismo en El Cristo de la Luz...


Un viernes en la calle del Cristo de la Luz..
Los coches no paran de pasar en un viernes donde el casco histórico se viste de fiesta del fin de semana, “no hay lugar alternativo”- le digo al actor que interpretara esta noche al judío Abi Saín - “aquí ocurrieron los hechos, habrá que adaptarse, amigo, y cambiar de ropa rápidamente porque el publico está a punto de llegar”  

La Leyenda... 

Todos los caminos nos llevan a la mezquita de Bab Al Mardúm, una de las más conocidas mezquitas de Al Ándalus, bautizada en su época por Alfonso VI como Mezquita del Cristo de la Luz.  

Aquí una pequeña imagen de Cristo pudo ser leyenda, objeto de varios milagros, sucesos misteriosos y de disputas sangrientas.  

Es la mitad del siglo X, el odio religioso no paraba de derramar sangres tras la reconquista de la ciudad; la leyenda nos habla de un grupo de judíos fanáticos, los cuales sentían un rencor hacia un pequeño Cristo querido por los cristianos toledanos y que se hallaba en esa misma mezquita.  

La imagen de este Cristo pudo ser objeto de varias disputas alimentadas por el odio religioso, a tal extremo, que ese grupo de judíos ideó un plan diabólico para acabar con él: cubrir sus pies con un potentísimo veneno, y, como era costumbre de los cristianos besarle los pies, creyeron que con su acción lograrían un doble propósito: matar a los fieles cristianos y que estos llegasen a dudar de la fe que tienen.  

Los judíos obtuvieron como resultado todo lo contrario del plan ideado, porque a la mañana siguiente, cuando los primeros fieles llegaron a rezar ante el Cristo, éste retiró el pie desclavándolo de la cruz y no permitiendo que los labios de los fieles llegasen a rozarle.  

Se conocía el milagro, pero no se sabía el motivo. Fue el sacerdote quien delató el veneno al observar una mancha verdosa sobre el pie desclavado de la imagen.  

La fama y popularidad del Cristo aumentó en toda la ciudad, y aumentaron sus creyentes.

La noticia del milagro llegó a los oídos del autor de este crimen, Abi Saín. Aquella noche no pudo dormir por una visión aterradora: veía el rostro del Cristo que se dirigía hacia él hasta estallarle en el suyo y, a continuación, un tropa de gente le perseguía tratando de cogerle y destrozarle.  

Abi Saín se despertó y decidió regresar a la pequeña iglesia; al penetrar en el recinto se aproximó al Cristo, observó con rabia el pie de la imagen separado del madero, tal y como le habían contado. Lleno de cólera, tomo un puñal y se lo clavó en el pecho al Crucificado.  

Por efecto del fuerte golpe, la imagen cayó al suelo al tiempo que un grito de dolor rasgó el aire; muerto de miedo pensó en huir, pero su odio pudo más y recogió el Cristo, lo escondió entre sus ropas y, tras comprobar que no había nadie por los alrededores, salió corriendo con la imagen a su casa para destruirla.  

Empezaba a amanecer; Abi Saín seguía durmiendo, descansando de las pasadas emociones, cuando un fuerte rumor de voces alteradas se comenzó a escuchar.  

En la calle, entre cientos de voces furiosas y amenazadoras, se escuchaba nítidamente su nombre. Son las voces de un grupo de fieles cristianos que le acusaban de herir al Cristo y robarle.  

Pero, ¿cómo podía ser?, nadie le había visto. Pronto comprobó el misterioso secreto. Las ropas donde había traído el cristo escondido se hallaban chorreando sangre y ésta había dejado sus marcas entre la mezquita y su casa, en la Plaza de Valdecaleros.  

Nouaman Aouraghe - "HUELLAS, Viaje por el Toledo de las leyendas"
2º edición – Toledo 2004 – Ediciones Nedjma - Derechos Creative Commons (CC-BY) - Citando al autor.



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